Funzel encontró la forma de crear aliados en los que en su momento fueron depredadores de la tortuga marina. Se inició desde la creación de Asociaciones de Conservación de la Tortuga Marina en cada una de las playas donde se tenía incidencia. Las personas que forman parte de estas asociaciones son los mismos tortugueros ex vendeores de huevos. Se les hizo ver que por medio de la conservación de las tortugas marinas fortalecían su comunidad, incentivaban el turismo lo que representaba nuevas fuente de ingresos. Los tortugueros que antes vendían huevos de tortuga marina al mercado negro son ahora los encargados de proteger los nidos de estas especies llevándolos a los corrales de incubación. Labor por la que reciben una compensación monetaria. De esa forma se está protegiendo la especie y se generan alternativas sostenibles para las familias costeras.
Fue en el 2008 cuando por primera vez en El Salvador se desarrolló un proyecto de conservación de fauna marina el cual convirtió a los antes depredadores en protectores, defensores y beneficiarios de las iniciativas que protegen las tortugas marinas. Bajo esta metodología se fomenta el respeto a la normativa, se fortalecen las comunidades al estar organizadas y reconocidas legalmente ante el Ministerio de Gobernación; y se protegen las cuatro especies de tortugas marinas que anidan en El Salvador.
Categoría específica para todos los proyectos que involucren procesos de construcción de ciudades más verdes, movilidad sostenible, edificación sustentable, ecoturismo, carbono neutralidad, reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, creación de parques, que involucren el área urbana con la comunidad, entre otros.